Nosotros, miembros numerarios, honorarios y correspondientes de la Real Academia de la Lengua Vasca / Euskaltzaindia, juntamente con la Sección Tutelar de esta institución, entre cuyos fines está el «velar por los derechos de la lengua», queremos hacer llegar a la opinión pública, y especialmente a la de Álava, nuestra honda preocupación por algunos juicios y proclamas sobre la lengua vasca, y particularmente sobre la situación del euskara en esta provincia, vertidos antes de, durante y después de las recientes elecciones al Parlamento Vasco.
Álava, como toda Euskal Herria, no es una realidad uniforme cultural y lingüísticamente, y lo vasco, desde la Antigüedad, constituye un componente fundamental de nuestra cultura.
Es obvio que el vascuence es también lengua propia de Álava. Basta hojear el libro Toponimia Alavesa, de Gerardo López de Guereñu, para darse cuenta del predominio de los nombres vascos de lugar en nuestra provincia. Todavía hace menos de 200 años, como nos informa el historiador alavés Landazuri, 22 de las 53 hermandades eran vascófonas. El primer diccionario vasco de alguna extensión fue recogido en Vitoria (siglo XVI) y la primera obra vasca de teatro de autor conocido fue escrita por un alavés (siglo XVIII).
No es el momento de extenderse sobre el retroceso del euskara en Álava, retroceso causado por un proceso legislativo, administrativo y cultural restrictivo y poco abierto al reconocimiento de los derechos lingüísticos de los pueblos a lo largo de la historia, sobre todo después de la guerra de 1936-39. Tampoco vamos a mencionar todas las iniciativas individuales e institucionales para el mantenimiento y la recuperación de la lengua vasca en Álava desde 1850, iniciativas lógicas debido a la conciencia de «la identidad de derechos y de la mancomunidad de origen, de lengua, de costumbres y de intereses», como dice el escritor Ortiz de Zárate en su Compendio Foral. También sería prolijo mencionar las decenas de escritores alaveses en lengua vasca de los últimos cien años.
Por otro lado, contra lo que suele afirmarse directa o indirectamente, cabe recordar que los municipios alaveses han tenido históricamente el derecho de exigir el conocimiento de la lengua vasca a secretarios y empleados, con la autorización del Real Decreto de 21 de octubre de 1924. Además, la Diputación de Álava, cofundadora de Euskaltzaindia en 1918 y creadora en 1973 de una red de ikastolas, fue la primera en decretar la cooficialidad del castellano y del euskara en la administración foral, en febrero de 1977, antes, por tanto, de la aprobación del vigente estatuto de autonomía y de las normas derivadas de él, que, como se sabe, tienen abundantes paralelos en toda la Europa democrática.
Por lo que respecta a la situación actual, sorprende el olvido de datos como los aportados por el Padrón de 1986. Según estos datos oficiales, la población vascófona de Álava en su conjunto alcanza el 6,71 %, porcentaje junto al que figura otro 16,96 % correspondiente a la población semivascófona. Tenemos, pues, casi una cuarta parte de los habitantes de Álava que puede expresarse en euskara con mayor o menor corrección. También pueden constatarse otros datos, como los de la comarca de Estribaciones del Gorbea, donde este porcentaje supera el 50 %. Por otra parte, cifras de otros municipios alaveses revelan la clara voluntad de una gran parte de la población de incorporarse al bilingüismo.
A la vista de estos hechos, hay que preguntarse cómo pueden hacerse y repetirse algunas afirmaciones, si no es por desconocimiento o desapego manifiestos. No es lícito tergiversar el pasado y el presente, cerrando el paso a una parte del patrimonio cultural vivo.
Ciertamente, el conocimiento de la lengua vasca no puede usarse como tapadera de ignorancia e incompetencia en una u otra profesión a la hora de solicitar un empleo. Sin embargo, no entendemos cómo algunos admiten la exigencia de otros idiomas, y al mismo tiempo rechazan el requisito del euskara, una de las dos lenguas de Álava y con consideración de idioma oficial.
Independientemente de la constitución interna de Euskal Herria y de los avatares de la política y los partidos, cuestiones estas ajenas a la labor de esta Real Academia de la Lengua, es evidente el interés general derivado de la convivencia de ambas lenguas y de su extensión y empleo equitativos. Todo alavés que quiera conocer su tierra y su cultura tiene en la lengua vasca un medio imprescindible para profundizar en este conocimiento.
En cualquier caso, nos manifestamos totalmente en contra de la utilización del euskara como arma arrojadiza por unos y por otros. La lengua vasca no es privativa de ningún partido o ideología y ha de ser considerada como propia por todos los alaveses en todas las esferas de la vida.
Jean Haritschelhar Kepa Enbeita
Juan Mari Lekuona Patxi Goenaga
Jose Maria Satrustegi Jose Mari Larrarte
Jose Antonio Arana Jose Luis Lizundia
Endrike Knörr Peli Martin Latorre
Pierre Charritton Pedro Pujana
Gerardo Lopez De Guereñu Manuel M. Ruiz Urrestarazu
Federico De Barrenengoa Pedro Sancristoval
Isidro Baztarrika Patxi Uribarren
Antonio Berrueta Jose Mari Velez De Mendizabal
Vitoria/Gasteiz, 8 de noviembre de 1990.
Euskera, XXXVI, 1991, 1, 339-340.