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OBS.- Caserío habitado por un inquilino en 1936. En la casa Alkatenea de Ezkurra vivía únicamente una mujer. Ésta recibía, a la caída de la tarde, a unas hilanderas, y después, todas y en grupo, se dedicaban al menester apuntado del hilado. La mujer de Alkatenea destacaba entre sus compañeras. Un buen día hizo público el anuncio de su matrimonio con un hombre de Ultzama, pero no tenía zapatos precisos para tal día. El calzado se lo facilitó una de las hilanderas a cambio de una media fanega de trigo. Transcurrida la ceremonia nupcial, la recién esposada quiso devolver los zapatos y recuperar el trigo; mas su empeño fue inútil. Al tiempo enviudó esta mujer de extraña conducta, que no tardó en caer enferma. Entonces llamó a la hilandera que le proporcionó los zapatos y le comunicó que tenía algo para ella y le pidió que le trajese unos juncos en verde. Estas plantas las envolvió en papel, las introdujo en su almohada y desapareció súbitamente. A dos días de esto una figura humana envuelta en llamas se movía en el tejado de la casa. Los vecinos le lanzaron una piedra y el ente en llamas pidió a gritos que le lanzaran una segunda piedra; pero uno de los presentes aconsejó que ignorasen la petición, puesto que una primera piedra mataba a la bruja y una segunda le devolvía la vida. Lo relatado sucedió de noche, y al amanecer del día siguiente se comprobó cómo en el tejado no había rastro de anda. La hilandera / bruja desapareció para siempre (Juan Garmendia Larrañaga. Euskal Herria, etnografía, historia. Obra completa, vol. 5, p. 304).
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