Leku-izenak

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No hubo escuela para niños hasta el siglo XIX. Fue habilitada frente a la casa del Concejo, en una casucha propiedad de la cofradía de San Juan y contigua al granero de la misma y a casa de Iñigorena, en la actual calle de San Juan. El Concejo pagaba el alquiler al clavero-administrador. // Con anterioridad, cuantos deseaban aprender a leer y escribir para ser «estudiantes» de cura, debían salir fuera. El obispo don Pedro de Lafuente dio permiso a los primicieros burladeses para que de los fondos de la iglesia dieran «un ducado al maestro escuela de Huarte por enseñar la doctrina [cristiana] y leer y escribir a los niños» [550 AP Burlada, Libro 1º Cuentas, f. 85]. // El desconocimiento de la escritura y lectura fue una lacra de la población rural en todas las partes. Las firmas estampadas en las actas de los batzarres concejiles permiten constatar el analfabetismo de los cabezas de familia de la localidad. Al extraordinario celebrado el 20 de mayo de 1592 acudieron todos los vecinos. Solamente firmaron el acta el escribano y dos testigos, «porque ninguno de los dichos vecinos no sabía escrebir» [551 AM Burlada, Libro 1º Cuentas, f. 8v]. La situación mejoró algo durante el siglo XVII. El porcentaje de vecinos no firmantes por no saber rebasaba el 50 por ciento (57,14 % en 1657; 76,92 % en 1667), llegando al 81,82 % en 1690. De ocho vecinos asistentes a un batzarre en 1808 solamente dejaron de firmar tres. // Iniciada la guerra contra los ejércitos de Napoleón, en 1809 fue creada la primera escuela para niños; estuvo a cargo de Juan Antonio Gorostiaga, maestro. Durante las primeras décadas del siglo los enseñantes percibían un sueldo miserable de 6 ducados (660 reales) al año, pagado a plazos. Vivían en el mismo edificio de la escuela. // Procuraron remediar su pobreza y el hambre de la familia ganando unas perrillas suplementarias desempeñando tareas administrativas. Cuatro reales pagaron «al maestro a buena cuenta, por llevar las de la taberna» (1820); seis reales al maestro Matías de San Miguel por arreglar y pasar las cuentas del Concejo (1821); ocho reales «por copiar un oficio y otros quiaceres de bastante ocupación» (1823); cuarenta y ocho reales a Martín Francisco de Undiano, maestro de primeras letras, por la administración de la taberna del pueblo, más tres ducados «por el cuidado y gobierno del relox [de la iglesia] y otros tres ducados por la administración de la carnicería» (1827). Por este tiempo ningún maestro figuró como vecino. // El local de la escuela era miserable. El maestro tenía su vivienda en la planta baja. En 1930 se desdoblaron las clases de niños y niñas, teniendo como maestros a don Fulgencio Sánchez y a doña Dionisia Divassón. Más tarde habilitaron otra aula en el granero de la Cofradía, y crearon en 1946 la escuela de párvulos, a cargo de la burladesa María Azcárate durante diez cursos (1947-1956). Por los años 1953 fue construido nuevo grupo escolar en el paraje donde radicó la ermita; fue necesario demolerlo para dar paso al actual Colegio Público Hilarión Eslava
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