Excelentísimo señor:
Es un alto honor el ser recibido por V. E., en compañía del resto de la Junta de Gobierno de la Real Academia de la Lengua Vasca / Euskaltzaindia. Deseo, antes de nada, mostrar, señor ministro, mi más profundo agradecimiento por esta audiencia.
Conoce V. E. la labor que nuestra institución lleva a cabo desde 1918, año en que fue fundada por las cuatro diputaciones hermanas. En épocas bien diferentes y en circunstancias con frecuencia desfavorables, la Academia ha permanecido fiel a aquellos objetivos de entonces, que son también los de ahora: trabajar por la lengua vasca, en su investigación y en su adaptación al mundo moderno, sin olvidar, desde luego, el ámbito de la tutela del euskara. Y ello considerando nuestro idioma como lo que es: patrimonio de todos, por encima de cualesquiera ideologías.
En efecto, hay en la Academia, y bien enraizado, este sentido de continuidad que deseamos fervientemente para un tesoro lingüístico que nos han legado las generaciones pasadas y que hemos de dejar a las venideras. Y existe igualmente el mismo sentido de continuidad en Euskaltzaindia, como institución oficial en su dominio, siguiendo una trayectoria de más de tres cuartos de siglo.
Como no podía ser de otra manera, este trabajo se expone en los informes que presentamos a las autoridades financiadoras, y principalmente en las memorias anuales. Y, por lo que respecta al propio fruto científico de la Academia y sus afanes en varios campos (gramática, lexicografía, onomástica, literatura, biblioteca, etc.), debo decir, siempre con la obligada modestia, que es patente, de un lado, que nunca ha sido tan grande el cúmulo del trabajo en Euskaltzaindia y, de otro, que contamos con mayor respaldo de la comunidad de hablantes.
Ambas cosas no han surgido de la casualidad. No olvidemos los avances en la organización de los estudios sobre la lengua vasca. Hace un cuarto de siglo no existía en España una cátedra de euskara que mereciera tal nombre; sí, por cierto, en Francia. Gracias a la que ocupó mi maestro, el profesor René Lafon en Burdeos. Hoy el panorama es completamente diferente. Por fortuna, ahora la lengua vasca dispone de cátedras en universidades e institutos, centros de investigación, proyectos perfectamente homologables a los de otras filologías, y han cambiado también las propias instancias de nuestra academia, como foco de investigación y de encuentro de investigadores.
Y, junto a ello, a la vista está el apoyo económico de las administraciones públicas, en un ambiente de respeto hacia las lenguas, lo que equivale a decir hacia las personas. A fuer de sincero, no podría decir que ese apoyo nos satisfaga por entero: las cantidades asignadas siguen siendo insuficientes para las necesidades de la Academia. Pero apreciamos lo que se nos concede.
Por eso, cúmpleme mostrar mi profundo agradecimiento, como presidente de Euskaltzaindia, a V. E., señor ministro, y, al mismo tiempo, reiterar nuestro propósito de seguir trabajando con el mismo espíritu de servicio.
Jean Haritschelhar,
presidente
Madrid, 16 de noviembre de 1999.
Euskera, XLV, 2000, 1, 361-362.