Euskaltzaindiaren adierazpenak (1976-2022)

Excelentísima señora:

Deseo que mis primeras palabras sean para mostrar el agradecimiento que siento, con toda la Junta de Gobierno, por esta oportunidad que V. E. nos concede hoy para exponer, siquiera brevemente, el trabajo que nuestra institución lleva a cabo, y también las inquietudes y preocupaciones que nos rodean.

De todos es sabido que la Real Academia de la Lengua Vasca / Euskaltzaindia nació en 1918, expresión de una necesidad de la que hablan abiertamente muchos autores vascos en el siglo XIX secundados por investigadores extranjeros. Fue en 1918 cuando, bajo los auspicios de las diputaciones de Álava, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra, fue fundada Euskaltzaindia, que al año siguiente ya daba sus primeros pasos. La labor era ingente, pero aquellos miembros fundacionales y los que con posterioridad se nombraron merecen nuestro aplauso por su entrega generosa y su infatigable dedicación, en una tarea interrumpida por la guerra civil y sus duraderas consecuencias.

Tras la etapa que podríamos llamar «catacumbaria», en la década de los cincuenta se reanudaron los trabajos de forma regular, aunque en medio de muchas dificultades, hasta llegar al año 1976, en que el real decreto reconocía oficialmente a Euskaltzaindia, con el rango de las demás reales academias, siendo ministro de Educación D. Carlos Robles Piquer.

Pasados veinte años desde aquel reconocimiento, son patentes los cambios obrados dentro y fuera de nuestra institución. Sin olvidar la mejora en nuestras dependencias, y muy particularmente por lo que toca a la sede central en Bilbao, la Real Academia no ha sido ajena, desde luego, al acceso de los estudios de la lengua vasca a la enseñanza, desde la Universidad —con la primera cátedra creada en una universidad pública española, en 1977, ocupada por el inolvidable Luis Michelena— hasta los niveles inferiores. Es evidente el efecto de la incorporación de jóvenes investigadores y profesionales en los cometidos propios de Euskaltzaindia, en un marco legal, además, de cooficialidad por lo que respecta a las cuatro provincias, y que desearíamos se extendiera al conjunto de Euskal Herria, pues es sabido que en la Vasconia aquitana ello no es así, situación que, como V. E. puede muy bien comprender, soy el primero en sufrir y lamentar.

La nueva situación se ha reflejado también, desde luego, en las aportaciones económicas de los poderes públicos, tanto del Gobierno Vasco y diputaciones de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa y Gobierno de Navarra, como del Gobierno central. Hay también unas cantidades, modestas, sí, pero cada vez más importantes, de las autoridades citrapirenaicas. Y no podemos dejar de mencionar las aportaciones de la Unión Europea, en cuyas gestiones hemos contado con la mediación inestimable de D. Marcelino Oreja Aguirre. Sin estas ayudas no hubiera sido factible la realización de tantos trabajos de estos años, con un crecimiento muy significativo de la labor académica, resumida en las memorias que anualmente publicamos y presentamos a los respectivos responsables políticos.

Con todo ello, Euskaltzaindia pretende seguir sirviendo a sus dos objetivos fundacionales, a saber, la investigación de la lengua, con la importante vertiente de la normativización, y su tutela, dentro de la consideración de la lengua vasca como patrimonio cultural que ha de preservarse y desarrollarse por encima de todo credo e ideología.

Es esta una ocasión propicia para agradecer una vez más la ayuda que durante estos años hemos recibido. Adscrita como está la Real Academia al Ministerio de Educación y Ciencia, también se le han otorgado subvenciones del Ministerio de Cultura, con destino a publicaciones, sobre todo. Reunidos ahora ambos ministerios en uno solo, estamos seguros de que seguirá reinando en nuestras relaciones el mismo clima de mutua comprensión y colaboración, de tal modo que esta Euskaltzaindia, que —no lo olvidemos— tiene carácter supracomunitario, prosiga con sus trabajos.

Cabe mencionar asimismo que la Real Academia de la Lengua Vasca presta su contribución en trabajos propios del Ministerio, singularmente en la participación en los jurados de los premios nacionales de Literatura y en el Patronato de la Biblioteca Nacional. Euskaltzaindia tiene también en marcha una colaboración con el Ministerio de Justicia para la edición de un catálogo de unos cuatro mil apellidos vascos susceptibles de oficializarse en su forma euskérica, según un derecho que asiste a los ciudadanos.

No podemos ocultar nuestro deseo de ver aumentadas las cifras de las subvenciones del Ministerio para Euskaltzaindia. Preciso es decir, en efecto, que hay tareas que no podemos acometer por la escasez de los ingresos. Hay publicaciones que aguardan el momento oportuno. Hay campos de la investigación no explorados, o no lo suficiente, por falta de dinero. Nos vemos obligados a abonar unas dietas de asistencia sensiblemente modestas, y muchos dictámenes y estudios no pueden ser compensados sino de forma humilde. La misma infraestructura material de esta real academia (locales, maquinaria, etc.) se ve afectada por una situación francamente mejorable por lo que toca a las ayudas económicas.

He aquí, pues, nuestro propósito: lograr una situación satisfactoria, de tal manera que Euskaltzaindia pueda cumplir dignamente los objetivos señalados por todos los textos legales. Como presidente de la Institución, y en su nombre, me permito expresar esta confianza.

Por lo demás, conoce V. E. el interés de esta real academia en que la lengua vasca encuentre dentro de España el puesto que le corresponde, para general conocimiento del patrimonio cultural que es, como queda dicho, y también en su proyección externa. Estamos seguros de que desde el Ministerio se redoblarán los esfuerzos en un camino que no ha de reportar más que beneficios para todos, y puede V. E. estar segura de que en todo momento contará con la colaboración de Euskaltzaindia.

Reitero mi agradecimiento y el de toda la Real Academia por esta visita, que espero fructífera, y puede V. E. contar con la sincera y leal ayuda de nuestra parte.

Jean Haritschelhar,
presidente

Euskera, XLI, 1996, 3, 1029-1032.